Educación institucionalmente negada

Líbano se encuentra en medio de una grave crisis financiera. Nuestro anterior blog explica cómo el tipo de cambio en Líbano ha provocado que muchas familias vean reducirse enormemente sus ingresos. Esto, junto con la inflación, significa que la mayoría de familias tienen dificultades para pagar lo más esencial, como el arroz y el pan, además del alquiler, la electricidad y las facturas de salud. Desgraciadamente, para muchas familias que viven en el Líbano, la lucha financiera se extiende también a la educación.

Antes de la crisis, más del 60% de los niños del Líbano asistían a escuelas privadas. Las matrículas oscilaban entre los 3.000 dólares y la mayoría no incluía uniformes ni libros. Las tasas han subido desde entonces, lo que ha hecho que para muchas familias pagar la matrícula de una escuela privada ya no sea factible.

El sector de la educación pública está gravemente desfinanciado y también se ha visto afectado por la crisis financiera. Ya no hay suficiente combustible para los autobuses escolares y muchas escuelas tienen dificultades para calentar las aulas en los fríos meses de invierno. El precio del material escolar se ha disparado: si la tinta de un marcador de pizarra costaba 2.000 LL, ahora cuesta 20.000 LL. Además, hasta un 15% de los profesores que trabajaban en escuelas públicas se han trasladado al extranjero en busca de trabajo. Todos estos factores contribuyen a una presión extrema sobre el sistema educativo público, que ha tenido un grave efecto sobre los refugiados sirios.

A medida que la crisis financiera se ha agravado, el gobierno libanés ha priorizado el acceso a la educación de los niños libaneses en detrimento de los sirios. En el año académico 2021-2022, el objetivo de matriculación para los niños sirios era de sólo 200.000 de los 715.000 niños en edad escolar que cumplen los requisitos.

Los niños sirios siguen enfrentándose a la discriminación y a los obstáculos para recibir una educación en el Líbano. No se les inscribe automáticamente en los programas escolares y muchos dependen de organizaciones humanitarias, como 26 Letters, para ayudar tanto financiera como administrativamente en el proceso de inscripción. Muchas escuelas funcionan con sistemas de turnos para dar cabida a más estudiantes y es mucho más probable que los niños sirios tengan que asistir al segundo turno. Además, los niños sirios tienen que esperar a que los niños libaneses se matriculen primero y sólo después pueden ocupar las plazas no cubiertas.

A muchas familias sirias se les ha comunicado que sus hijos no podrán matricularse en las mismas escuelas el próximo año.

Siguen apareciendo obstáculos: algunas escuelas primarias exigen papeles adicionales, inalcanzable para muchos, que no son un requisito establecido por el Ministerio de Educación. Además, están sometidos a exámenes de ingreso arbitrarios, en su mayoría en inglés, que no tienen en cuenta las recientes perturbaciones educativas debidas a la crisis y a la pandemia. Esta situación incumple la normativa internacional, que Líbano ha aceptado, y demuestra la existencia de una grave discriminación institucionalizada.

Las expectativas para este curso académico empeoran y la situación de todos los refugiados sirios que viven en el Líbano es más precaria que nunca, ya que el gobierno libanés ha puesto en marcha un plan más concreto para llevar a cabo quince mil deportaciones de sirios cada mes.

Por eso es tan vital el trabajo que realiza 26 Letters.

Ya que a los sirios les resulta cada vez más difícil matricularse en las escuelas públicas, 26 Letters está tratando de pagar la cuota de inscripción de 150 dólares para que 100 estudiantes puedan acceder a escuelas semiprivadas y apoyarles en el camino. Cualquier donación que puedas hacer para acercarnos a nuestro objetivo de 15.000 dólares será muy apreciada.

Por favor, haga una donación.

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